El caballerismo de hoy en día, ¿tradición o modernismo?

                         Un artículo reciente sobre el futuro del caballerismo, me ha recordado del debate sobre  éste tema iniciado en el simposio de agosto de 2016 que ha tenido lugar en el Fuerte de Miravet, en la provincia de Tarragona.

Miravet es un fuerte templario[1], ubicado en el Suroeste de la ciudad de Tarragona, en la margen derecha del río Ebro. El fuerte ha pertenecido a la Orden de los Caballeros Templarios  hasta el año 1308, después de lo cual ha sido donado a la Orden de los Caballeros Hospitalarios de San Juan. Cada año, en el mes de agosto, en Miravet se organiza un festival de caballería, en el cual participan los miembros de las Órdenes Caballerescas de toda Europa, las Órdenes sucesivas a la Orden de los Caballeros Templarios[2]  y los miembros de la Orden Hospitalaria (de Malta).

En el último  simposio donde se han presentado opiniones sobre  el caballerismo y el futuro de las Órdenes Caballerescas, se constituye como un evento importante de la espiritualidad caballeresca, justo por los temas debatidos: la historia de la caballería, el presente y el futuro del movimiento espiritual  caballeresco. Temas sobre los cuales se habla frecuentemente por los teóricos de la caballería, pero también por los miembros de las Órdenes Caballerescas, algunos mejor asesorados, otros menos asesorados, pero con opiniones interesantes.

En el contexto de estas pláticas,  nos parece ser de gran actualidad también las opiniones sobre el tradicionalismo de las órdenes caballerescas de hoy en día. Si algunos teóricos opinan y abogan para mantener el espíritu tradicional de las antiguas órdenes caballerescas, otros sostienen la necesidad de modernizarlas. Más aún, sostienen éstos, cuantas más nuevas órdenes caballerescas creadas como asociaciones modernas, con fines caritativos, teniendo como enfoque la promoción de los nuevos valores sociales, valores modernos, de importación.

En el centro de las discusiones, por lo tanto, se encuentra  La Tradición… La Tradición es un concepto complejo, con significados comunitarios y nacionales profundos que designan un verdadero patrimonio cultural, espiritual, formado por creencias, costumbres, elementos culturales comunes, leyendas locales, conceptos de vida y actitud, valores espirituales, rituales que definen la identidad local y la nacional.  Este patrimonio, consolidado en el marco de la comunidad, durante cientos de años, está transmitido de generación en generación, por escrito  y sobre todo verbalmente  y de esta manera trasciende el tiempo. La tradición trae de la antigüedad  del tiempo, los valores morales y espirituales, las costumbres de la comunidad, las reglas establecidas, volviéndose un rasgo característico de la comunidad, elemento de la identidad local. Y porque  cada comunidad   tiene una identidad y una tradición propia, definitoria, la  integración migratoria se vuelve casi imposible, cosa reconocida en unanimidad hoy en día.

Cada comunidad, pequeña o grande, tiene una tradición propia lo que en última instancia asegura la unidad de los miembros de la comunidad.  Esto es válido para las comunidades locales, basadas en los criterios territoriales, pero también para las profesionales, de iniciación, espirituales, deportivas, de entretenimiento, etcétera. La Espiritualidad[3]  de una comunidad, como elemento esencial y definitorio de esta tiene a su vez, una tradición propia, lo que le asegura la continuidad en el tiempo.

Las Órdenes Caballerescas, para referirnos a ellas también consideradas comunidades de iniciación y espirituales tienen cada una de ellas, una tradición propia que las define y las individualiza,  les da una identidad y un reconocimiento social.

Por eso, en lo que nos concierne, apreciamos que una orden caballeresca, en el verdadero sentido de la palabra, no puede ser más que tradicional, sobre todo si se trata de que no ha sido interrumpida desde la Edad Media.  Y éste principio del tradicionalismo es válido no solamente en lo que concierne a las órdenes caballerescas, sino a todas las órdenes de iniciación (masonería, los rosicrucianos, las órdenes nobiliarias y las dinásticas, etcétera).

El tradicionalismo significa en primer lugar, tener una historia propia que cuanto más larga es, mejor se establece, se consolida y se estructura.  Los principios, las costumbres, los valores, los rituales se establecen y se consolidan con el tiempo. Aunque estas están previstas en los estatutos y en los reglamentos de organización y funcionamiento de las órdenes caballerescas, su aplicación en el tiempo verifica la viabilidad, la aceptabilidad por las generaciones sucesivas de caballeros y las declara autenticas, validas y casi siempre inmutables. Por lo tanto, el tradicionalismo significa también la transmisión a las generaciones futuras, de las costumbres, de los valores y de los rituales antiguos que no se han cambiado por siglos, considerados un patrimonio cultural-espiritual obtenido por la adquisición inalterada de su esencia.

La transmisión del patrimonio tradicional de la comunidad espiritual, de iniciación, de caballería (de cada orden en particular), etcétera, hacia los nuevos  miembros de la comunidad, forma parte del proceso educacional que empieza con la familia.  Por eso he dicho también en otros  ensayos[4]  que el espíritu caballeresco  ha sido transmitido a lo largo de los siglos, en las familias nobiliarias, como una herencia de familia, de padre a hijo, conservándose la tradición que los descendientes varones se conviertan en los miembros de la misma orden caballeresca al igual que sus padres y sus antepasados. Así han conservado la tradición y la autenticidad de las verdaderas órdenes nobiliarias, caballerescas o dinásticas, hasta hoy en día

El principal medio por el cual se mantiene el tradicionalismo y la autenticidad de la comunidad  espiritual, son los rituales específicos basados en la rememoración de algunos hechos históricos, alegorías, leyendas, simbolismo, iniciaciones, elementos esotéricos, etcétera.

El ritual de la comunidad caballeresca, por ejemplo, es una sucesión de movimientos, gestos, actitudes, palabras que se desarrollan según reglas especificas, inspirado  en  la tradición  y simbolismo que mediante su entero desarrollo, expresa la pertenencia a una colectividad histórica, con tradición gloriosa caracterizada  por altos valores morales y espirituales: una muy buena educación moral, cívica y personal,  creencia y lealtad, honestidad y modestia. El papel del ritual es no solamente ese de transmitir elementos de la historia y de los valores de la comunidad, de las lecciones ocultas en símbolos y alegorías, sino también el de contribuir a la formación del espíritu caballeresco tradicional de la comunidad (de la orden) respectivamente. Porque  en última instancia, esto es lo que persigue la comunidad: la sedimentación de su propio espíritu a todos los miembros de la comunidad, tal como ha sido el formado a lo largo del tiempo. El espíritu,  la nobleza del espíritu que abarca no solamente  la espiritualidad, la tradición, sino también la actitud, la educación, la manera de vivir de los miembros de la comunidad, la aplicación en la vida cotidiana de los principios, de los valores y de la tradición de la comunidad.

Otra modalidad de transmisión de la tradición es la  educación [5] en familia, en esas antiguas familias nobiliarias o más recientemente, en las familias de intelectuales, por lo cual pertenecer a la comunidad de caballeros era en sí una tradición, parte de la educación elitista de sus hijos.

La tradición no es solamente un patrimonio cultural y espiritual, sino una modalidad de conservar la propia identidad histórica, de asegurar la continuidad del valor entre pasado y futuro, es una tarjeta de identidad de la comunidad en un mundo de los falsos valores traídos por la mediocridad. La tradición es el factor de equilibrio entre diversas comunidades y naciones, basado en respeto mutuo de la propia responsabilidad. Al mismo tiempo, guardar y defender la propia tradición verdadera es también un deber de la comunidad, una obligación frente a las futuras generaciones.

 

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Una vez con el paso del tiempo, ha intervenido también la adaptación de las comunidades caballerescas (espirituales, de iniciación, etcétera) a cada etapa histórica, cosa normal porque estas comunidades han evolucionado dentro de la sociedad. La adaptación y la modernización de las comunidades caballerescas, de iniciación, espirituales, es un proceso objetivo que se realiza  por medio de los miembros de esta comunidad, personas de élite de la sociedad, promotores en la mayoría de los casos, de la modernización de la sociedad, conservando la tradición.

Se puede constatar fácilmente que todas las antiguas comunidades caballerescas han adoptado su propósito y sus misiones, pero han conservado las reglas básicas de su existencia, los rituales, la doctrina y la espiritualidad.  Justo éste fenómeno de su continuidad espiritual muestra la necesidad de existencia de estas comunidades en la sociedad moderna, siendo un factor de equilibrio en el contexto de la aparición de unos falsos valores morales  y de la ofensiva del falso multiculturalismo. Todas estas antiguas comunidades caballerescas, al igual que las otras comunidades de iniciación, espirituales, han llegado ser para sus miembros, verdaderas escuelas de espiritualidad elevada, de educación tradicional, de promoción de la fe cristiana, de los antiguos valores humanos. Tanto ellos mismos, como también los miembros de estas comunidades contribuyen a la conservación  en la sociedad de los antiguos valores morales, espirituales, familiares, en el sentido que ellos mismos son élites de toda la sociedad  y ejemplos educacionales, de conducta, de actitud espiritual tradicional.

El papel educativo de las comunidades caballerescas, la promoción de los valores tradicionales locales y nacionales, el desarrollo y la adaptación de la espiritualidad caballeresca cristiana a la evolución de la sociedad es según he notado, una realidad de hoy en día, lo que hace que el espíritu caballeresco sea siempre más popular y atractivo. Con una sola condición: promover  el tradicionalismo en base al cual se ha formado.

 

 

 

[1] Más datos sobre el castillo Miravet, véase el libro ”Miravet, el misterio del manuscrito ”, edición 2016, autor Michael Riche-Villmont

[2] Véase Michael Riche-Villmont, San Bernardo  de Claraval  y Las Órdenes Caballerescas”, edición 2015

 

[3] Véase Michael Riche-Villmont, el ensayo ”La espiritualidad caballeresca”, 2017, http://michaelvillmont.eu/blog/2017/01/30/spiritualitate-cavalereasca-eseu/

 

[4] Véase Michael Riche Villmont, ”Los Caballeros de Malta, la espiritualidad y la nobleza hospitalaria”, edición 2016  y ”Los Caballeros Templarios, la espiritualidad templaria”, edición 2016

[5] http://michaelvillmont.eu/blog/2016/11/16/eseu-cavalerii-de-malta-ganduri-despre-educatie-noblete/

 

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