Capítulo 4. La Orden de Alcántara
Extracto de la obra histórica «San Bernardo de Claravaly Las Órdenes Caballerescas»
La Orden de los Caballeros de Calatrava (l’Ordre de Calatrava) no ha sido la única Orden constituida mediante el cuidado y el apoyo de la Abadía de Morimond y confirmada como tal por el Capítulo General de la Orden Cisterciense, según sus reglas[1]. Otras tres Órdenes por lo menos, han sido constituidas y apoyadas por la Abadía de Morimond: La Orden de Alcántara (L‘Ordre d’Alcantara), La Orden de Avis (L‘Ordre d’Avis) y la Orden de Cristo (l’Ordre du Christ)[2](Portugal).
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La Orden de Alcántara, (la denominación principal La Orden de San Julián Pereiro- L’Ordre de Saint Julien Poirier), ha sido constituida entre los años 1165-1170, pero su núcleo era constituido aun desde 1155-1156, a lo mejor más temprano. Las bases de su constitución se han puesto en la ermita cerca de la localidad San Julián del Pereiro, León, provincia Extremadura, muy cerca de la frontera con Portugal.
La historia de esta Orden caballeresca es bastante interesante, llena de enigmas aun desde sus comienzos, con muchos actos heroicos, con alianzas y traiciones, especifico a ese período. Pero en general, la historia de esa Orden es una digna de respeto, reflejando el heroísmo y el espíritu de sacrificio de los habitantes cristianos de Castilla-León, en la lucha contra los moros para su libertad.
Entre los años 1145-1150, uno de los sargentos que han luchado en Jerusalén bajo la Orden de Burgundia, se ha regresado a su tierra natal del Oeste de la provincia de Salamanca, León, cerca de la frontera con Portugal. Alcanzando una edad bastante avanzada y sin familia, se ha retirado a las montañas, construyéndose una ermita. El lugar donde ha construido su ermita tenía una posición estratégica: en la cima de la montaña, protegido por tres lados por pendientes empinados, cubiertos con bosque denso, y en el cuarto lado, era protegido por un sumidero profundo.
Eran los años cuando el ejército musulmán avanzaba en el Norte de la Península Ibérica, llegando hasta Extremadura. Los que se resistían, eran nobles del lugar, quienes habían formado sus destacamentos de los lugareños y los pocos mercenarios que se encontraban en la zona.
Entre los nobles que han dedicado su vida a la lucha contra los musulmanes y no al cultivo de la llanura de Extremadura, eran también los jóvenes hermanos Sancho y Gómez Fernández Barrientos.[3] Por la valentía en las luchas de acoso de los musulmanes, se han vuelto en pequeños líderes locales, siendo seguidos por otros diez jóvenes nobles. Al enterarse del hecho de que el ermitaño Amado Ravez ha sido combatiente en la Tierra Santa, soldado con experiencia en las guerras contra los infieles, entre los años 1155-1156 el grupo de nobles ha empezado visitar al ermitaño. El propósito de las visitas era el de aconsejarse mutuamente sobre los actos militares que organizaban en la zona. Después de un tiempo, han establecido su distrito general en esa ermita, difícilmente de encontrar por los enemigos moros.
Discutiendo con frecuencia sobre los caballeros templarios y sobre la nueva Orden de Calatrava que acababa de crearse, el ermitaño de la ermita San Julián del Pereiro les ha sugerido a los nobles jóvenes liderados por los hermanos Fernández, construir allá en la ermita, una fortaleza defensiva. La fortaleza sería el lugar donde llamar a más nobles de la zona, para formar una hermandad, una Orden caballeresca, según el modelo de la Orden de los Templarios. El ermitaño, ex militar, conocía bastante bien la Orden Templaría y les ha contado a los nobles jóvenes muchas cosas sobre los temidos combatientes de las tierras de Jerusalén. En unos meses, la fortaleza era elevada y los caballeros han reunido algunos destacamentos de soldados. Periódicamente, participaban en los combates de acoso contra los moros.
Después de un tiempo, la fortaleza de defensa ha sido aumentada, en las montañas elevándose una verdadera fortaleza, conocida bajo el mismo nombre de la ermita, San Julián del Pereiro. Una vez con el aumento del número de los combatientes, nobles y soldados lugareños, en la fortaleza han sido llamados también los monjes cistercienses, para apoyar la vida espiritual, religiosa de los de la fortaleza. Junto con esos monjes cistercienses, en el año 1156 los hermanos Sancho y Gómez han consagrado la constitución de la Orden de los Caballeros de San Julián del Pereiro.
Según algunos autores, en la Orden han entrado a su constitución también algunos monjes cistercienses, pero es una certeza que la Orden Cisterciense ha elaborado la Carta de la Orden San Julián del Pereiro, llamándola así según el lugar donde ha sido constituida.
La Carta disponía que los miembros de la Orden entregaban el juramento de obediencia, pobreza y castidad, llevaban puesto manto corto, de color blanco con una cruz griega con flores, de color verde y que luchaban contra los infieles, para defender la fe y las tierras ibéricas.
Las reglas con respeto a la ropa de los caballeros-monjes, la alimentación, estilo de vida, aun la apariencia y la higiene colectiva y la personal, eran las de la Carta Caritatis Cisterciense. Se especifica el hecho que entonces cuando no se construían y no estaban en campañas militares, los miembros de la Orden eran considerados monjes y se sometían a los cánones cistercienses.
El primer Magister generalis ha sido elegido Sancho Fernández, reconocido de esta manera una vez con el reconocimiento de la Orden por el Obispo de Salamanca, en 1170. El reconocimiento era la consecuencia normal de los sacrificios hechos por los miembros de la Orden en los combates llevados hasta entonces con los musulmanes.
La participación de los pocos caballeros de la Orden a los combates de la zona, como también las victorias obtenidas por estos en los combates de la zona de Oeste de la península, llevados contra los moros junto al ejército real, les ha sido conocida a los caballeros fundadores. Esta fama ha hecho que el número de los miembros de la Orden crezca siempre, volviéndose una verdadera fuerza local. Para conocer bien la estructura de la organización y el estado de la Orden de Calatrava, los dos caballeros Barrientos, junto con algunos otros más, se han ido a la fortaleza Calatrava, sentando las bases de una buena colaboración futura. De esta manera, han recibido, mediante Calatrava, el apoyo de la Abadía de Morimond para su organización y reconocimiento como Orden religiosa caballeresca. Alrededor del año 1170, la Orden era ya estructurada y funcional, reconocida por el Capítulo General Cisterciense, teniendo como estatuto las reglas de San Benedicto y las de la Orden Cisterciense, exactamente como la Orden de Calatrava.
En algunos años, más exacto en 1177, la Orden ha obtenido el reconocimiento por el Papa Alejandro III, como Orden religiosa y militar, del cual jefe supremo era Gómez Fernández Barrientos.
Dentro de cinco años, en 1183, Papa Lucius III, mediante una bula, ha aprobado el estatuto de esencia cisterciense y ha pasado oficialmente la Orden bajo la jurisdicción de la Abadía y del abad de Marimond. Mediante la misma acta, ha confirmado como Gran Maestre a Gómez Fernández Barrientos y les ha otorgado diversos privilegios económicos a los comandos de la Orden. Los miembros de esta Orden tenían oficialmente el derecho de llevar puesto un manto blanco con una cruz floral, semejante a la de Calatrava, solamente que era de color verde.
En el año 1212, el rey de Castilla, Alfonso VIII, ha iniciado una cruzada[4] contra el imperio Almohad de los moros de la Península Ibérica. Con el apoyo del Papa Inocencio III, quien mediante una bula papal llamaba a los cristianos a la lucha en la península, ha logrado obtener la participación de algunos destacamentos del reino de Francia y de Provenza, como también de los estados de Aragón, Navarra y Portugal. Las fuerzas reunidas de los cruzados han sido completadas por los destacamentos de los Caballeros Templarios, los de la Orden de Calatrava y de la Orden de San Julián del Pereiro, caballeros con una minuciosa instrucción militar y un valor extraordinario.
La cruzada ha comenzado a fines del mes de junio de 1212, y a mediados del mes de julio, los cruzados han obtenido una victoria decisiva sobre el ejército moro en la batalla de Las Navas de Tolosa. Durante el mismo año y en el siguiente año, 1213, el rey Alfonso, quedándose sin el apoyo de sus aliados quienes se habían ido a sus reinos después de unas feroces batallas, conquista de los moros la fortaleza Alcántara (El Cantara). La fortaleza y las tierras que le pertenecían han sido donadas a la Orden de Calatrava, para defensa. Por desgracia, la Orden de Calatrava no tenía suficientes fuerzas para defender la fortaleza y las tierras de alrededor de esta, lo que ha determinado al rey Alfonso, a la solicitud del Maestre de la Orden, confiar la defensa de la fortaleza a la Orden de San Julián Pereiro, San Julián del Pereiro. Esta nueva Orden no tenía un distrito general adecuado a su fuerza y a su dimensión en ese momento. La defensa se haría por la Orden de San Julián Pereiro bajo el comando de la Orden de Calatrava, lo que ha llevado a una cercanía de hecho de las dos Órdenes caballerescas, cada una conservando su identidad. Toda la Orden de San Julián Pereiro se ha mudado a la fortaleza Alcántara, y con el tiempo, ha tomado el nombre de esta fortaleza, consagrado de esta manera por el año 1253, como la Orden de Alcántara.
Continuando existir bajo esta denominación, la Orden de Alcántara será implicada activamente en todos los grandes eventos de la Peninsula Ibérica por un buen largo tiempo. Desde el año 1501 los reyes españoles, con el permiso del Papa, se han convertido en grandes maestres de la Orden, tomando el mando efectivo de esta y del patrimonio particularmente valioso.
La Orden existe también hoy en día, teniendo un carácter honorifico, destinada principalmente a los militares españoles.
BIBLIOGRAFÍA
[1] Durois, Histoire de l’Abbaye de Morimond, Dijon, 1852
[2]Leopold Januaschek , Originum Cisterciensium : in quo, praemissis congregationum domiciliis adjectisque tabulis chronologico-genealogicis, veterum abbatiarum a monachis habitatarum fundationes ad fidem antiquissimorum fontium primus descripsit , t. I, Vienne , 1877,
[3] Manuel Ladero Quesada, “La Orden de Alcántara en el siglo XV. Datos sobre su potencial militar, territorial, económico y demográfico”, “En la España Medieval II. Estudios en memoria del profesor D. Salvador de Moxó.” Madrid, Universidad Complutense, 1982
[4] “The Latin Chronicle of the Kings of Castile”, publicada en Medieval &Renaissance Text & Studies, fundada por Mario Di Cesare en 1978
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