Autor Michael Riche-Villmont, Copyright
Noche calurosa, hermosa de octubre. Una noche de sonido y luz, mejor dicho, de arreglos musicales y de luz. Me encuentro en la terraza de la casa de Île de la Cité, no lejos de la orilla del Sena y escucho nuevamente, la música de la obra Parsival[1], de Richard Wagner, mientras que miro entre los arboles con hojas ferruginosas el sol que está bajando cansado hacia la puesta. El ruido de la ciudad está atenuado por el jardín y por el parque cercano, así que los arreglos de la orquesta y las voces de los personajes me rodean llevándome al castillo de las Montañas Monsalvat[2], del Norte de España, en el reino de los caballeros del Santo Grial y de la Lanza Sagrada. Las voces emocionadas de Amfortas, el rey de los caballeros y de su padre, Titurel, que se encontraban en el castillo, en pleno ritual caballeresco, me hacen olvidar donde me encuentro y entro en el ambiente de la obra, llena de simbolismo, sobre los caballeros y el caballerismo, sobre el bien y el mal, sobre la fe y el pecado.
Me encanta la obra, tanto por su simbolismo, el libreto teniendo como base el poema de Wolfram von Eschenbach, sobre caballeros templarios, ministros del Santo Grial, como también por la composición musical tumultuosa, a veces dramática, como la vida de los caballeros.
Y tengo en mi mente la puesta en escena de la ópera, poco después, al Palais Garnier, a la Ópera de París, representación a cual he tenido la oportunidad de participar.
A propósito de Palais Garnier[3], o el edificio arquitectónico Opéra Garnier: la maravillosa construcción ha sido construida entre los años 1862 (cuando las obras de construcción han sido empezadas por el conde Walewski) y enero de 1875 (cuando ha tenido lugar la inauguración oficial de la Ópera). La sede de la ópera ha sido construida a la solicitud del emperador Napoleón III, según los planes del arquitecto Charles Garnier, (autor del proyecto Opéra Garnier de Monte Carlo), en la vasta planificación urbana de París, hecha por el Barón Haussmann.
La impresionante construcción nos ha asombrado por el estilo ecléctico, la elegancia arquitectónica y el ambiente aristocrático que emanaba. Y la sala de espectáculo era ella misma un espectáculo de arquitectura y elegancia, con un sonido perfecto. Igual como nuestros amigos, nos ha impresionado este templo de la música, cada vez que hemos venido a las representaciones de la ópera.
El Vestíbulo[4] es también él impresionante, no solamente por su arquitectura, sino también por la elegancia y por el espíritu de nobleza de los antiguos aristócratas franceses y europeos. Un espíritu de la nobleza de la caballería del edificio, que ha precedido la atmósfera de espiritualidad del noble caballerismo de la ópera de Wagner. Porque tenemos que reconocer, hay una gran diferencia entre el espíritu de la antigua aristocracia y la de la “nueva aristocracia”, como son denominados los enriquecidos del último siglo. Hay unas diferencias de educación, actitud y comportamiento, sedimentadas y armonizadas durante los siglos por los nobles auténticos. Hecho, de lo contrario, fácilmente visible también en la sala del palacio, donde puedes distinguir los descendientes de las antiguas familias.
La ópera de Wagner, Parsifal, ha sido puesta en escena con un semejante arte, que todo su simbolismo, la nobleza de los personajes y de sus mensajes, a nosotros los espectadores nos han abrumado desde los primeros arreglos musicales. Luego, después del primer acto, conforme a la tradición, los espectadores han salido de la sala sin aplaudir más, así que han llevado con ellos las emociones en el vestíbulo. Los comentarios que hemos tenido con nuestros amigos y sus amigos han sido una oportunidad excelente de conocer algunos de los descendientes de las antiguas familias nobiliarias, de los antiguos caballeros, sobre quienes ya hemos hablado. Impresionante su entorno, de los nobles caballeros auténticos. He notado, con sorpresa, las insignias doradas y los columnas de oro de las diversas órdenes exclusivistas, órdenes auténticas, de las órdenes templarías y de los caballeros de Malta, a la Orden de la Jarretera o la Orden del Vellocino de Oro. Abrumadora su actitud llena de prestigio y al mismo tiempo, bastante agradable, con acentos de modestia auténtica. Por su atuendo y joyas usadas, han querido probablemente rendir homenaje a Wagner, el compositor del caballerismo y de su ópera, Parsifal.
Esa representación de la ópera Parsifal y la atmósfera solemne del templo de la música universal, me han hecho entender mejor las nociones de nobleza, caballero y caballerismo. Y la música de Wagner, que escucho ahora, me recuerda también esos momentos abstractos, históricamente lejanos, inaplicables hoy en día.
Las nociones de nobleza y aristocracia tienen en general, el mismo sentido, y designaban históricamente, la categoría de los que lideraban una ciudad, un Estado, gente con ciertos privilegios sociales.
La noción latín de nobilitas [5] significa “famoso”, “notable” y se aplica a los del liderazgo social, que se han vuelto una verdadera clase dominante con privilegios, facilidades y sobre todo una clase muy rica. En la sociedad de Roma antigua, nobilitas designaba a los patricios, a los cónsules y senadores.[6]
Durante el tiempo, empezando con el feudalismo temprano, nobilitas se ha convertido un titulo hereditario, dividido en varios grados nobiliarios, según las riquezas que tenían los poseedores de los títulos, su importancia social y sobre todo de apreciar a los reyes y emperadores. Un rey podía mediante sus prerrogativas ennoblecer una persona por los servicios aportados en su cargo, enriqueciéndola al mismo tiempo.
El título nobiliario de Caballero[7]. Igual en éste periodo han aparecido la categoría de los combatientes independientes, cuya riqueza consistía en armas, caballo y eventualmente un secuaz. Ellos eran denominados genéricamente, caballeros. Los combatientes de élite, eran muy apreciados porque defendían los dominios feudales o las propiedades de los campesinos libres. Por sus servicios han sido ennoblecidos por los señores de los lugares o por el rey, llegando ser un título nobiliario en esta categoría de privilegiados. El título de caballero podía ser hereditariamente adquirido o no-hereditariamente, mediante actos especiales de armas.
Caballero, miembro de alguna Orden Caballeresca. El Título nobiliario de caballero[8] lo han recibido también algunos de los combatientes de élite, entonces cuando han sido recibidos como miembros de las Órdenes Caballerescas Medievales. Porque en todas estas órdenes eran recibidos tanto los descendientes de las familias nobiliarias, como también los combatientes valiosos de las familias de campesinos libres.
Ennoblecer a los combatientes y su ascenso al rango de caballero se hacía mediante un ritual específico, espiritual, ulteriormente religiosos, con un simbolismo pronunciado y muchas veces, con elementos esotéricos, ritual que he descrito en algunas de mis novelas.[9] El ennoblecimiento consistía en un período de purificación de uno o dos días, el desarrollo en efecto del ritual con la santificación de las armas, poniendo las espuelas, confirmar el título de caballero con espada puesta sobre el hombro y sobre la cabeza, una palmada sobre la nuca y la entrega de la espada sagrada.
Pero, importante para la economía del tema del caballerismo, son- descendencia[10] de una antigua familia nobiliaria del candidato,- su actividad espiritual, la cultura y la educación, basadas en los antiguos valores y virtudes espirituales,- la examinación de la actividad y el comportamiento de éste. Todos los investigadores del fenómeno caballeresco están de acuerdo que estos representaban la esencia del espíritu caballeresco, tanto en el pasado como también hoy en día.
Soldado de caballería. Muchas veces se hace la confusión entre el noble caballero y el soldado de caballería. Éste, el caballero soldado, es un militar, indiferente de grado, que forma parte del ejército de la caballería. El caballero soldado no tiene nada en común con los títulos nobiliarios, y la confusión está fortalecida también del uso impropio de la palabra latina ecvestro-jinete, en vez de militem-caballero, entonces cuando hacen referencia a los nobles caballeros.
En España medieval, por ejemplo la diferencia entre caballero hidalgo, el noble caballero y el soldado de caballería, el militar del ejército de la caballería, caballero villano, es mucho más evidente, incluso por las denominaciones que tenían.
Caballero honorario. Empezando desde el periodo medieval tardío y hasta nuestros días, los reyes, los emperadores, luego las autoridades estatales y las órdenes profesionales, han instituido diferentes medallas y órdenes, atribuyendo mediante estos, de manera honorifica, el título de caballero de esa Orden, para méritos excepcionales en el dominio respectivo: órdenes literarias, en arquitectura, en artes, etcétera. Es una modalidad de honrar a los de las élites profesionales y de confirmarles el valor como espíritus creativos.
Caballerismo[11]. La noción de caballerismo tiene varios significados, todos muy específicos para designar los valores humanos, a veces sinónimos con la noción de nobleza.
De esta manera, un primer significado seria el que designa una buena educación, enfoque individual y social, comportamiento en el espíritu de unos valores morales tradicionales: valor y lealtad, sinceridad, honor, fe, compasión, espíritu de justicia, amabilidad frente a todas las personas, etcétera. Estas cualidades se sintetizan en las personas mediante expresiones como «actitud caballeresca» o «ser caballero» . Es una apreciación más que honorable a una persona, de la misma manera que la expresión de «nobleza».
La caballería designa también una verdadera institución, con raíces feudales, procedente de la asociación , reunión de varios caballeros en una Orden, en base a una doctrina religiosa, respectivamente cristiana, con el fin de defender la fe cristiana, el pueblo, propiedades, dominios o reinos. La doctrina de la caballería feudal ha tenido dos características importantes: la composición religiosa que establecía todo el comportamiento de los miembros de la Orden, empezando con la actitud espiritual (la fe cristiana) y hasta las ropas, comida, alojamiento, actividad diaria, etcétera, en base a los principios de la obediencia, de la pobreza y de la castidad; la segunda característica era la militar, haciendo de las órdenes caballerescas verdaderas tropas de élite. Las dos características de la asociación de la caballería feudal han sido reunidas mediante verdaderos estatutos de organización y funcionamiento, aprobadas por instituciones religiosas, la Papalidad, en este caso, o del rey y elevaban al rango de valores supremos, virtudes como: la fe cristiana, el honor, la lealtad, el espíritu de sacrificio, la obediencia total, la modestia, la ayuda mutua de los caballeros. Posteriormente, han sido adoptados también otros valores como: la defensa de la familia nobiliaria como esencia de la continuidad dinástica del lugar, la defensa de la mujer amada, la cortesía, el patriotismo local, etcétera.
Por ejemplo, la Orden de los Caballeros de San Juan de Jerusalén (Los Caballeros Hospitalarios, o los Caballeros de San Juan), llamados más tarde genéricamente como los Caballeros de Malta, tiene como base el primer estatuto[12] fundado por San Gerardo, (en 1099) el primer gran maestro. También, La Orden de los Caballeros Templarios y muchas otras órdenes caballerescas sucesoras a esta en la Península Ibérica, han tenido como base el estatuto fundado por el monje cisterciense Bernardo de Claraval, canonizado en el Vaticano.[13]
Desde el fin del feudalismo tardío, las obras literarias y de arte, las leyendas y el folklore popular han hecho de los caballeros verdaderos héroes románticos, reemplazando en la mente colectiva los antiguos héroes de la antigua Grecia. Así como ha hecho también Richard Wagner en sus obras musicales, mediante caballeros como Parsifal, Lohengrin o Sigfried.
Como una categoría social rica y privilegiada, los nobles tenían acceso al arte, a la cultura y a las ciencias de la época, animando y subvencionando estos dominios, lo que ha llevado al desarrollo espiritual de ellos y de sus descendientes, concomitante con el desarrollo del arte y de la ciencia de la época. El arte, la cultura, la construcción de los castillos, de las grandes fortificaciones, han generado una actividad espiritual especial(la fe religiosa, las ciencias liberales, la medicina, el esoterismo, etcétera), y han determinado la adopción de un estilo de vida aparte, basado en reglas, costumbres, tradiciones nobiliarias, y la educación de las generaciones según esas reglas nobiliarias ha sido transmitida durante el tiempo, a lo largo de los siglos.
El estilo nobiliario de vida, aristocrático, ha sido envidiado por las otras categorías sociales durante los siglos, y las virtudes promovidas en la educación de los nobles, de los aristócratas (la fe, la lealtad, la valentía, la compasión, la amabilidad, la elegancia, etcétera) han recibido la denominación genérica de nobleza, como ideal en educación, como un componente de la espiritualidad nobiliaria. El espíritu noble, la valentía, tal como la tenía también Parsifal.
Mientras que escucho la ópera del joven Parsifal, quien encuentra en el bosque el grupo de caballeros, pienso en el hecho de que no solamente los hombres se vuelven caballeros, nobles caballeros o miembros de las órdenes caballerescas, sino también las mujeres.
En la Península Ibérica[14], por ejemplo, donde los reinos cristianos han luchado tiempo de siete siglos contra la invasión del Imperio Musulmán, en la larga guerra denominada Reconquista[15], una multitud de mujeres han recibido el título de caballero, como miembros de unas órdenes caballerescas, junto a caballeros hombres[16], tal como han sido llamadas La Orden de los Caballeros Templarios o La Orden de Santiago. Han sido constituidas también órdenes caballerescas formadas solamente por mujeres: La Orden de las Nobles de María Luisa, fundada en el año 1792, por el Rey Carlos IV de España, a la solicitud de su esposa, María Luisa de Parma, Orden de las Damas de Tortosa, fundada en 1149 por Ramón Berenguer IV, conde de Barcelona, en honor a las mujeres que han contribuido a la defensa de la fortaleza de Tortosa. También, La Orden de las Damas de la Banda, fundada por el Rey Juan I de Castilla en 1387. Algunas de estas Órdenes Caballerescas permitían la transmisión hereditaria del título de caballero, otras consideraban que el título era atribuido de manera personal.
Llevado por los pensamientos, apenas he notado que la obra musical del gran Richard Wagner se ha acabado con las escenas en que Parsifal cura a Amfortas con la Lanza Sagrada y lo exime de pecados, y el Santo Grial, desvelado, brilla nuevamente. La escena de la victoria de los caballeros del Santo Grial sobre el mal.
De hecho, el objetivo de la lucha espiritual de los caballeros es el de vencer el mal que reside en los seres humanos. ¿Pero, hoy en día, todavía hay personas que creen en el objeto del caballerismo? No hablamos de los caballeros honorarios, miembros de muchas asociaciones y órdenes profesionales, artísticas, musicales, etcétera, los que contribuyen decisivamente al desarrollo de la ciencia, del arte y de la cultura contemporánea. Estoy pensando en las asociaciones y las órdenes caballerescas que han tomado el título de las antiguas Órdenes como por ejemplo, La Orden Templaría, La Orden Hospitalaria, La Orden de los Caballeros Teutónicos, La Orden de los Caballeros del Santo Sepulcro, etcétera.
Creo que hay muchas personas valiosas, con espíritu «noble”, “caballeresco”, educadas y de buena fe, tradicionalistas de familia, reunidas en órdenes caballerescas. Sobre todo los miembros de esas órdenes caballerescas que han existido ininterrumpidamente desde su constitución en la época medieval, hasta hoy en día. Órdenes honorables, valiosas, verdaderas escuelas de pensamiento espiritual progresivo.
Desde luego que también los descendientes de las antiguas familias nobiliarias, discretos, continúan la tradición caballeresca verdadera, pero sus actividades son poco conocidas. Y con razón. Pero los puedes encontrar en lugares especiales, templos del arte y de la cultura, intentando continuar con la tradición de la nobleza caballeresca , de la nobleza del espíritu humano.
A las demás personas, modernistas, oportunistas, poco educadas, quienes fundan siempre las tal llamadas órdenes caballerescas, con denominaciones tomadas de las órdenes originales, no hacemos más referencias. Ellas son un otro mundo.
Alejo mis pensamientos sobre caballeros y caballerismo, notando con sorpresa, que el sol se ha ido y la noche se apodera de la ciudad de las luces, la ciudad de las tradiciones caballerescas. Y no lejos de mí, en Île de la Cité, uno de los grandes caballeros medievales, el maestro Jacques de Molay (1314), ha encontrado su fin en el nombre de su fe. Y Wagner, mediante el caballero Parsifal, le ha traído honor y yo he escuchado la obra cerca del lugar del sacrificio del gran maestro. A lo mejor también su espíritu ha escuchado con melancolia, los hermosos arreglos musicales, reciebiendo el homenaje. El homenaje en la memoria del maestro, caballero por espíritu y actitud, por sacrificio, aquí, entre el Sena y Notre Dame, notando cuan importante es la nobleza del alma humana.
Copyright©2016. Todos los derechos reservados. Puede ser utilizado libremente para fines no comerciales, indicando la fuente.
[1] Beckett, Lucy (1981). Richard Wagner: Parsifal. Cambridge, UK: Cambridge University Press..
[2] Wikipedia, La Enciclopedia libre.
[3] Gérard Fontaine: L’Opéra de Charles Garnier, Editions du Patrimoine, Paris 2000.
[4] U. Keller: Durandelle, the Paris Opera and the aesthetic of creativity, en: Gazette des beaux-arts 1988,1428-1429, p. 109–118.
[5] Barriobero, Juan, La nobleza española: su estado legal, Madrid, 1902
[6] https://es.wikipedia.org/wiki/Nobleza
[7] «Nobility». 1911 Edition of the Encyclopædia Britannica.
[8] https://ro.wikipedia.org/wiki/Caballero
[9] Véase Michael Riche-Villmont, El Misterioso Templario Hugues, edición 2015
[10] Véase Michael Riche-Villmont, El Cetro de los Caballeros Hospitalarios , edición 2014
[11] https://fr.wikipedia.org/wiki/Chevalerie
[12] Véase Michael Riche-Villmont, El Cetro de los Caballeros Hospitalarios, edición 2015.
[13] Véase Michael Riche Villmont, San Bernardo de Claraval y las Órdenes Caballerescas, edición 2015.
[14] http://www.heraldica.org/topics/orders/ordhist.htm
[15] Véase Michael Riche-Villmont, Los Fantasmas de Tarragona, edición 2016.
[16] José María de Montells y Galán // Alfredo Escudero y Díaz Madroñero, Repertorio de las Instituciones Caballerescas en el Reino de España. Madrid. Academia de Genealogía, Nobleza y Armas Alfonso XIII, 2008.
Deja una respuesta